La meteo, la meteo , como podemos depender tanto de algo tan inseguro y que siempre nos engaña. Bueno, a veces aciertan. Cada vez que salgo suelo mirar varias páginas del tiempo (como muchos). Ya los tengo etiquetados: el optimista (suele dar sol), el pesimista (suele dar bastante malo), el normal (así asá). Depende de lo motivado que estés, tiendes a creerte al que más te interesa. Si en el lado sur de los Pirineos fallan, en el lado norte fallan mucho más, aunque como allí casi siempre hace malo, también es más fácil acertar.
Total, después de la clásica toca la Castagne. Un año después Yaks y yo volvemos a estar bajo la pared, el día aparece semi-nublado. Consultando varias páginas hemos decidimos creernos la que más nos convenía: nubes sin lluvia. Falló.
Vamos subiendo y las nubes también. Cuanto más arriba, más malo, pero como los que nos convenían decían que no llegaría a llover, seguimos auto-engañándonos. El penúltimo largo es el más difícil y expuesto con diferencia, la ley de Murphy actúa implacable y aquí empieza a llover. Me aguanto y termino. El ambiente es apocalíptico, da cosa pero creo que en ese momento es el mejor lugar del mundo dónde estar. Por lo menos la roca es adherente y no resbala (demasiado), permitiéndote subir despacio.
La vía no me parece excelente ni mucho menos, aunque si que merece ser escalada por el ambiente y el lugar.
Otra opípara cena en casa de Jean-Michel y una mini-ducha nos deja como nuevos tras otra intensa jornada vivida en estas montañas que tanto queremos.
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