Toc, toc, aguanta, tiro. Toc, toc, aguanta, tiro. Toc, toc, aguanta, tiro. Y así durante 300 metros en los que prácticamente no te fías de ninguna presa.
Y aquí estamos, último día de una vuelta Pirenaica con sus más y sus menos. Comprobando que aguantan una a una las presas del espolón noroeste de la Peña Oroel. Ineludible y perfecta proa de barco situada frente a Jaca y que atrae miradas a cualquier hora del día, especialmente por las tardes, cuando coge esas tonalidades tipo fuegos del fín del mundo.
Planes posibles había muchos, demasiados, pero este se revelaba como más singular y diferente. Tenía buenas referencias de Remi (que hay que coger con pinzas) y algunas repeticiones en internet. Tras un café, aprovechamos para visitar a Javier, en la puerta de al lado, que estaba en su oficina de guías. Nos habla bien del itinerario y nos cuenta un par de detalles claves para la vía, tales como el mejor punto para dormir y el lugar dónde sale el camino. Bonitos bosques, buenas vistas y poca gente. Al día siguiente la afluencia ya será mayor puesto que es finde, pero nosotros (como siempre) no vemos a nadie hasta llegar a la cima.
Una aproximación dura, por lo tieso, largo y la humedad del ambiente (menos mal que es a la sombra). Seguida por la última parte, más entretenida, gracias a los resaltes rocosos. Estos están equipados con cuerdas fijas. Como ya nos advirtió Javier, mejor no tirar mucho de ellas. Efectivamente, las cuerdas no están muy bien, pero los anclajes están peor. La imaginación humana no tiene límites…
Llegamos a la base de la pared, ya me habían advertido de que los dos primeros largos son los peores en cuanto a roca y que después la cosa mejora bastante. Al principio no se ve tan mal, pero unos metros más arriba ya estás inmerso de pleno en el cutrerío más suelto. El segundo largo comienza con alegría y concentración máxima para no pesar más de lo estrictamente necesario y repartir bien esos kilos de más entre los bolos móviles. Luego mejora, pero tampoco es para tirar cohetes.
Los largos se suceden, enlazando las zonas con mejor piedra y siempre fieles al filo del espolón. A medio día llegamos a la bonita cumbre dónde un excelente sendero nos deja en el picnic y, por la carretera, regresamos al punto de partida.
A pesar de todo la vía me ha gustado muchísimo, por su historia, emplazamiento, ambiente y estética. Está muy equipada con clavos en forma de P y sikados. La roca está unida por arcilla, más que por el clásico cemento y las zonas huecas e inconsistentes son numerosas. Por lo que no se si este tipo de seguros resulta muy fiable, pero es lo que hay. Por lo que he podido indagar únicamente existe otra vía situada poco más a la dere de esta, de tres largos y mediana dificultad y una mucho más fácil en la pared de la izquierda, a la que suelen llevar guías a sus clientes y subir a la peña por un lugar diferente a la normal.
Realizada con Xacó, VVB.