Un día, mientras desayunábamos en un área de picnic cerca del Gorg Blau, apareció Miquel, que se iba en solitario a esta vía, pero que si le queríamos acompañar, no había ningún problema. Bueno, ¿a ver la reseña?,¿la que cosa has dicho? Me miró con cara de alucinado, “no hay”, bueno “de que va la vía”. Me lo cuenta y pensé “uf, demasiado marrón, para ir sin ningún papelillo que mirar”. Casualmente también estaba por ahí Joan, uno de los aperturistas. Mola, “Joan, curraté una reseñita rápida de la vía”, para que diría yo na. Estuvo como media hora para dibujar el primer largo y 15 minutos más, para pintar (muy bonito eso si) un Bong que había en la R1. Tras describirme presa por presa tal tirada. Poco después se cansó, hizo una bola con el papel y la tiró a la basura. “Tu vas y sigues siempre el itinerario más lógico, no hay pérdida”.
No me convenció y no fui. Javi que es más machote, si que acompañó a Miquel. Su impresión fue de una vía buenísima y difícil.
Al cabo de pocos años, volví a la isla con David. Ese día quedamos con Joan de nuevo y propuso ir a la Cantonada Cocada, sin reseña, como no.
Esa vez, al menos él nos iría guiando si para la derecha o para la izquierda. “El primer largo ya lo hago yo, que es un poco delicado”, dijo. Copón, menos mal. Se trataba de un muro en ligero desplome y pleno de agujeros (sin equipar), varias líneas te dejaban subir, pero sólo una acababa felizmente en la reunión, el resto, de cabeza al marrón. El resto de la vía era una verdadera maravilla, con vacíos perfectos y serpenteando ahora por lo gris, ahora por lo naranja, buscando el camino más fácil (que tampoco lo era). Una línea impresionante. Cuando estábamos un poco perdidos, “Joan, por dónde sigue estoo?” “par sa dreta, a cercar un forat perdut”, “tío que par sa dreta se ve demasiado lisooo” “pot ser par sasquerra, no m’enrrecordo bé. Bé, tu ves pujant per lo més facil i ja t’en sortiras”. Mola, vaya guide.
En otra de estas nos dice que a la izquierda encontraríamos un diedro escondido que nos dejaría en la siguiente role. Ni diedro ni na de na, era en otro largo.
Entre pitos y flautas, nos echamos unas risas y pasamos un magnífico día con Es Cosí, disfrutando de un tremendo itinerario. Luego había que bajar, lástima la cantidad de cordinos, cintas maillones y demás que tuvimos que abandonar.
Respecto al equipamiento, bastante minimalista en general, salvo un par de ristras de buriles medio salidos, que mejor no mirarse mucho.
Totalmente recomendable e inolvidable