Ya en el gr nos
mezclamos con el mogollón de gente que asciende hacia los lagos y nos dejamos
llevar hacia arriba. La Pared de la Cascada, situada a la derecha del camino y
bajo el refugio, es claramente visible e inconfundible gracias al río que
desciende por su centro.
Diversas vías la
recorren y observamos una cordada ya bien arriba, en la vía del Diedro.
Nuestro objetivo
es uno de los itinerarios más sencillos: el Espolón del Pino, característico
por el pedazo de pinazo situado en su mitad. La calidad de la roca es
impresionante y, personalmente, es la vía que mas me ha gustado del conjunto.
Se inicia por un
espolón perfecto y continúa enlazando resaltes por los lugares más evidentes y
asequibles. La roca está muy erosionada y el granito nos ofrece en todo momento
buenas presas con canto y formas poco habituales en este tipo de roca.
Seguro que
vuelvo a hacer algunas vías más a esta pared.
A 10’ del final
de la vía tenemos el refugio de Bachimaña, por aquí dejamos la mochila con el
material durante un par de días.
En un mapa del
refu veo que hay otro camino diferente que baja al valle, decidimos bajar por
el, aunque resulta mucho más largo y un poco más entretenido de lo previsto. Al
final va por encima de una tubería, lo que le da un toque de originalidad y
unas vistas muy buenas sobre la aberración de Panticosa.
Al día siguiente
el viento nos persuade para no ir al Anayet y buscamos un plan B más corto y a
resguardo del aire.
Por la noche nos
deleitamos con la voz y músicos de Duquende y el remember de Ketama y Toumani
Diabate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario