Hacía ya tiempo
que Lorenzo me comentó el interés de este itinerario y la belleza de su ubicación.
La verdad es que había reparado en ella, pero tampoco demasiado. Uno de los
motivos que me echaban para atrás era su lejanía del vehículo, un poco
exagerada la mala relación aproximación/longitud de la vía. Por otro lado,
prometía.
Un día. Por pura
casualidad me enteré de la posibilidad de subir en vehículo (autobús/furgoneta)
desde Nerín hasta un punto bien alto y separado del refugio de Goriz por una
larga explanada que se recorría en 1,30 h. Esto cambiaba totalmente la
perspectiva de la vía.
Accedí a las
recomendaciones de Lorenzo y cuadramos los viajes de ida y vuelta con el
taxista, tarea menos sencilla de lo que pueda parecer a simple vista.
Llegamos al refu
a las 9,30 de la noche y tras un bocata y cambios de impresiones con los
residentes nos vamos a dormir.
Al día siguiente
suena el desper a las 5 de la mañana, preferimos asegurarnos el tiempo para no
perder el taxi a las 8 de la tarde.
Subimos cómodamente
hasta el collado entre el Cilindro y el concurrido Monte Perdido, aquí tenemos
una vista privilegiada de la pared y el recorrido de la vía. Comenzamos la
travesía hacia la base de la pared y, ojo. Se acabó el chollo, ahora tenemos
que enfrentarnos a unas pendientes, muy pendientes, duras y plenas de piedras
que caen a nuestro paso. Hay que poner los 5 sentidos para no caer rodando
hacia abajo y siguiendo los pasos de las piedras que desplazamos a nuestro paso.
Por fin llegamos
a la base, a una zona que se ve super-rota y nada atractiva. No sacamos la
reseña y nos dejamos llevar por la intuición. Un poco más a la derecha una
canaleta de III nos deja en la siguiente gran vira, también plena de piedras inestables,
pero algo mejor que el último tramo de acceso.
Localizo unos
colgajos y llego a dos spits. Aquí es. Analizamos la rese y resulta que,
involuntariamente, nos hemos saltado el primer largo. La verdad es que en
vistas de la pinta tan cutre que tenía, tampoco nos sabe grave.
El resto de la
vía no está mal, sin ser una roca totalmente maravillosa, se deja ascender sin
sobresaltos, con unos tramos mejores que otros. El equipamiento es variopinto y
relativamente abundante. El cuadro es una verdadera maravilla, envueltos por una
atmósfera mágica de Pirineo de altura. La línea es genial, consiguiendo un
itinerario poco vertical en una pared muy vertical. Como siempre que escalo una
vía de los clásicos Aragoneses, exclamo de nuevo un chapeau por ellos. Eran
unos lolazos.
En resumen: una
vía totalmente imprescindible para cualquier pirenaico que se precie.
Al final nos
sobran horas por todas partes. Paramos en el refu un rato para picar algo muy
tranquilamente y aún tenemos que esperar 1,30 h tirados a que llegue el taxi.
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