jueves, 4 de agosto de 2016

CILINDRO DE MARMORÉ - MONTANER-BESCÓS














 
Hacía ya tiempo que Lorenzo me comentó el interés de este itinerario y la belleza de su ubicación. La verdad es que había reparado en ella, pero tampoco demasiado. Uno de los motivos que me echaban para atrás era su lejanía del vehículo, un poco exagerada la mala relación aproximación/longitud de la vía. Por otro lado, prometía.
Un día. Por pura casualidad me enteré de la posibilidad de subir en vehículo (autobús/furgoneta) desde Nerín hasta un punto bien alto y separado del refugio de Goriz por una larga explanada que se recorría en 1,30 h. Esto cambiaba totalmente la perspectiva de la vía.
Accedí a las recomendaciones de Lorenzo y cuadramos los viajes de ida y vuelta con el taxista, tarea menos sencilla de lo que pueda parecer a simple vista.
Llegamos al refu a las 9,30 de la noche y tras un bocata y cambios de impresiones con los residentes nos vamos a  dormir.
Al día siguiente suena el desper a las 5 de la mañana, preferimos asegurarnos el tiempo para no perder el taxi a las 8 de la tarde.
Subimos cómodamente hasta el collado entre el Cilindro y el concurrido Monte Perdido, aquí tenemos una vista privilegiada de la pared y el recorrido de la vía. Comenzamos la travesía hacia la base de la pared y, ojo. Se acabó el chollo, ahora tenemos que enfrentarnos a unas pendientes, muy pendientes, duras y plenas de piedras que caen a nuestro paso. Hay que poner los 5 sentidos para no caer rodando hacia abajo y siguiendo los pasos de las piedras que desplazamos a nuestro paso.
Por fin llegamos a la base, a una zona que se ve super-rota y nada atractiva. No sacamos la reseña y nos dejamos llevar por la intuición. Un poco más a la derecha una canaleta de III nos deja en la siguiente gran vira, también plena de piedras inestables, pero algo mejor que el último tramo de acceso.
Localizo unos colgajos y llego a dos spits. Aquí es. Analizamos la rese y resulta que, involuntariamente, nos hemos saltado el primer largo. La verdad es que en vistas de la pinta tan cutre que tenía, tampoco nos sabe grave.
El resto de la vía no está mal, sin ser una roca totalmente maravillosa, se deja ascender sin sobresaltos, con unos tramos mejores que otros. El equipamiento es variopinto y relativamente abundante. El cuadro es una verdadera maravilla, envueltos por una atmósfera mágica de Pirineo de altura. La línea es genial, consiguiendo un itinerario poco vertical en una pared muy vertical. Como siempre que escalo una vía de los clásicos Aragoneses, exclamo de nuevo un chapeau por ellos. Eran unos lolazos.
En resumen: una vía totalmente imprescindible para cualquier pirenaico que se precie.
Al final nos sobran horas por todas partes. Paramos en el refu un rato para picar algo muy tranquilamente y aún tenemos que esperar 1,30 h tirados a que llegue el taxi.

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