El domingo quedo con Felipe, otro de habituales rigleros y buen conocedor de los mallos, no en vano es el autor de tres guías consecutivas.
De cuando éramos habituales de la zona, me quedaron pendientes dos de las grandes clásicas: el Puro-Serón-Millán y la Galletas. La primera ya la escalé en mi anterior visita, por lo tanto se imponía quitarme esa última espinita que me astillaba los adentros. Con esa remataba las ultraclásicasimprescindiblesdelosmallos, colocadas en orden ascendente, podrían constituir una buena evolución:
Pany-Haus + Normal (Pisón)
Mosquitos (Visera)
Normal (Puro) + Serón-Millán (Pisón)
Galletas (Firé)
Carnavalada (Pisón)
Murciana (Pisón)
Rabadá-Navarro (Firé)
Después ya vendrán las chungas, las cutres o las frikis (bueno estas ahora ya son frikis), pero me refiero a las friki-más-chungas.
La vía me pareció una verdadera maravilla, totalmente variada, con buena roca (en general) y con ambiente. Equipada pero que te obliga a escalar. Buenísima e irrepetible. En principio no duele, pero horas más tarde empieza un punchozón que dura hasta hoy. Todo plegado, esto parece que no se acaba nunca.
La verdad es que me han quedado ganas de volver al Reino de los Mallos y ya se cuál será la siguiente colección, los mallos que me faltan: Melchor Frechín, Cuchillo y algún otro suelto.
Para rematar la jornada, justo llegar abajo, Felipe y familia, me invitan a una barbacoa imposible de rechazar. Es una lástima que no se aprecie en la foto, pero tras la carne está el Pisón y casi arriba del todo había una cordada en el último largo la Vixente. Era inevitable la reflexión de que el humo proveniente de la carne asadita, les debía llegar directamente y despertar los apetitos…
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