Estamos en la base de la pared, de nuevo con David y esta vez dispuestos a inaugurar el mejor itinerario por todo el centro y sin esquivar ninguna dificultad. El principal motivo es una proa desplomada que desde abajo parece casi imposible en libre pero que resulta un excelente cantizal con gran ambiente. Para llegar a ella, seguiremos un sistema de placas de muy buena calidad. Predomina la escalada en adherencia, pero conforme se va poniendo tiesa la cosa, van apareciendo regletas, menos mal.
Aprovechando, entre medio de la apertura, una incursión con Héctor (hay que añadirlo en la reseña que se me ha pasado) para repetir un itinerario y acabar de montar un sistema de rápeles, no puedo resistir la tentación de colocar algunas chapas en el largo de la proa desplomada, ahora creo que no obré correctamente pero ya está hecho.
Días después terminamos el itinerario y le hacemos un primer intento para liberarlo. El largo del espolón desplomado (dónde me arrepiento de no haber colocado algún seguro más –parecía más fácil-) y el inicio del siguiente no terminan de salir limpios, más que nada porque están muy sucios de musgo y queda pendiente un repaso. Repaso que aún no le hemos dado, se acumula la faena, pero le daremos. Por lo tanto el grado de estos dos tramos es aproximado y deberemos colocarle un interrogante. De todas maneras si a alguien le apetece ir con un cepillito, será de agradecer.
Seguramente sea la vía más bonita de la pared.
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