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En la búsqueda
insaciable de las más interesantes ascensiones del Pirineo, aún me quedan
numerosos rincones por descubrir. Esta vez orientamos los pasos hacia el
Ariege. A una de sus zonas más desconocidas por los escaladores. Desconocidas
simplemente porque existen muy pocas opciones para la escalada, pero alguna
hay, así que hay que conocerlas.
El refugio de
Rhule.
Quedo con Edu,
con el que he coincidido en varias ocasiones haciendo deportiva por Benasque y
Cavallers. Remontamos el valle situado justo delante de la conocida zona de
Sinsat, en este ya estuvimos hace unos años escalando algo de deportiva en la
Falaise de Astón. Más arriba llegamos a un par de presas con muy buenas
posibilidades para el desarrollo de la escalada sobre placas de gneis. Pero de
momento sin nada abierto, que yo conozca.
Un poco más
arriba finaliza la pista y comienza la aproximación hacia el refugio.
Tras una hora y
algo de marcha tranquila y relajante, entre inmensos prados verdes, llegamos al
curioso refugio.
Calou, uno de sus
guardas nos informa de las vías ya abiertas hace años (de las que ya llevaba
info) y de las novedades.
De entre las
diversas propuestas elegimos una atractiva línea reciente, abierta por él mismo
y Bruno Colla, llamada Lichen’s Phobia. Esta recorre un atractivo pilar de 300
metros que llega directamente a la cima del Pic Noir y se encuentra
semi-equipada con paraboles.
Llegados a la
base de la pared un pequeño nevero nos separa y defiende el acceso hasta el
inicio de la vía. En principio es bastante inofensivo, así que decidimos dejar
en la pedrera los piolets y crampones que hemos acarreado hasta aquí.
Como siempre,
cada vez se va empinando más y la llegada a la rimaya es bastante más tiesa de
lo que parecía. Un poco apurados pero conseguimos entrar dentro. Lo malo es que
estamos un poco más arriba del inicio bueno, así que analizamos bien la pared y
decidimos subir más a la derecha hasta
unas buenas repisas dónde podremos prepararnos cómodamente y comenzar la vía
desde un poco más arriba.
Estamos largo
rato mirando la pared (la reseña no es más que un breve texto escrito) y no
conseguimos ver nada de nada. Para ser una vía semiequipada con paraboles algo
se debería ver, si no mal rollo, igual es en otro espolón…
Cuando estamos a
punto de desistir y mandarlo todo a tomar por saco, consigo ver una chapa.
Salvados.
Comienza Edu,
con unos metros muy a pelo y fáciles pero mojados, por lo tanto no tan fáciles.
A partir de la
repisa con la chapa la cosa mejora. A lo largo de toda la ascensión la tónica
es la misma: tramos mojados o húmedos que hacen la progresión nada segura y un
poco telélica, semiequpada y buena roca pero frecuentemente cubierta de musgo.
Este no es que
me guste especialmente pero la verdad es que estoy bastante acostumbrado a el y
tampoco me da tanta cosa. A Edu no le convence en absoluto la roca de esa
manera.
Por el contrario
el ambiente es magnífico, vistas excelente y lagos que aparecen diseminados por
los valles vecinos van apareciendo conforme ganamos altura. En conjunto me ha
parecido una vía muy recomendable y perfecta para visitar un desconocido rincón
de los Pirineos, VVB.
A Edu no tanto y
decidimos finalizar nuestra estancia aquí y mudarnos a la cercana Den d’Orlu,
dónde la calidad de la roca está asegurada.
Por último
agradecer el buen trato recibido en el refugio por sus guardas, hecho menos
frecuente de lo que debiera ser, en estos días.
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