Esta es la
pequeña historia de una pequeña vía. Unos itinerarios tienen cosas que contar,
otros no. A veces hay detalles y anécdotas que se desconocen pero que le
dan grandeza al recorrido, por modesto que este sea.
Era el año 1993
y yo acababa de instalarme definitivamente en la Alta Ribagorça. Todo estaba
por descubrir.
Junto con Armand
Ballart y David Brascó acabábamos de regresar de una incursión en la Sierra de
Guara en la que pudimos terminar la, hoy clásica, Directa Osborne.
Ese día yo tenía
compromisos y no podía escalar, así que Armand y David se fueron a la Paret
d’Escales, teóricamente sin ninguna vía abierta aún.
Por la tarde regresan
y pasan el parte de la jornada. Resulta que ya estaba abierta, una preciosidad
con roca excelente y muy original, tanto por el lugar en que se desarrolla como
por la calidad de la roca. Al cabo de un tiempo descubriríamos que se tratada
del Esperó dels Elfos.
Como llevaban
algo de material para apertura, una vez en la repisa final se descolgaron por
la línea mas espectacular y limpia,
montando únicamente las reuniones para ver lo que había y limpiando el
diedro de la primera tirada.
Incluso ya
habían repartido los largos que abriríamos cada uno. A mi me dejaron el mas
fácil, detallazo, el diedro inicial. Mas arriba este se presentaba cada vez mas
sucio e inescalable sin amplias sesiones de limpieza (futuro Diedre del Rigol).
A partir de aquí
todo placas sin posibilidad de colocar seguros
que no fuesen expansiones. Además no llevábamos taladro, todo a mano y
artesano.
Continúa Armand,
escala con esa facilidad engañosa que le caracteriza. Y digo engañosa porque luego
no resulta tan fácil.
Sube y sube un
montón de metros hasta que puede parar, en una cómoda repisa. Coloca un spit,
se lo piensa y se descuelga para colocar otro en medio del largo tramo. Se enrolla
con la peña, pero aún así, ojo.
Dos chapas mas
tarde llega a la reunión colgada y al pie de la gran placa final, objetivo
principal de la ascensión. Han sido 35 metros con buenos pasos de V+,
únicamente 4 chapas y ninguna posibilidad de añadir mas seguros. Mejor ir muy
sobrado y relajado porque hay vuelos potenciales de 20 metros y en 20 metros te
puedes romper algunos huesos.
La siguiente
placa ya se la había reservado David. Un muro al mas puro estilo Peladet, con
presas inclinadas, verticalidad constante y calidad de roca extra. El método es
simple y eficaz, pero un poco terrorífico, al menos para mi.
Sube en libre,
cuando ya le parece que toca, coloca uno o dos ganchos, se cuelga poco a poco.
Entonces todos cerramos los ojos y apretamos los dientes esperando el fatídico
sonido “clinc” y un fuerte tirón…. Pero no. David sabe colocarlos bien, es
valiente y tiene cierta dosis de suerte.
Llegado a un
punto cerca ya del final del muro, pero aún con buenas dificultades por
delante, le queda únicamente una chapa. Continúa ascendiendo por la zona mas difícil
de ese largo y no puede parar ni encuentra ningún emplazamiento para los
ganchos, de forma que debe seguir unos cuantos metros hasta llegar a una zona
mas amigable. Yo no se como hemos podido aguantar tanto rato la respiración sin
ahogarnos porque han sido unos minutos de infarto. 6b con posible caída de 15 a
20 metros, eso si, aparentemente sin consecuencias.
La última
reunión la monta sobre un viejo hierro cimentado de cuando construyeron la
presa.
La vía nos
parece buenísima pero con cierta, bastante, exposición.
Ya pactamos que
volveré un día desde arriba a colocar esa R3 y un seguro en el tramo que David
no ha podido parar. Al cabo de unos días lo hago.
Si los seguros
ahora os parecen lejos, imaginaros sin la primea chapa del L2 y sin la penúltima
del L3…
Aún repito el
itinerario en un par de ocasiones, una de ellas hago de primero el largo de 6b,
iba fino y suelto, aún así llego al último seguro con los pelos de punta y
pensando: “OK, lo hice… pero nunca mas”. Nunca me he caracterizado por mi
valentía, aunque alguna vez también me sorprendo a mi mismo.
Pasan como 30
años y los alrededores cambian. Limpiamos el diedro mas evidente de la pared, la
continuación de Skubidú y creamos el Diedre del Rigol. Comenzamos un nuevo
itinerario en placa (aún no terminado) a la izquierda de Skubidú. La pobre
queda en medio, con sus pequeños y tímidos spits de 8 mm, pero que depararán
fuertes sensaciones a sus aspirantes.
Creo que ya le
tocaría un reequipamiento, lo pide a gritos. Pero no acabo de decidirme.
Yo en la
actualidad me veo bastante incapaz de subir por allí de primero, podría añadir
algún seguro mas.
Cada vía es un
mundo y tiene su historia, en este caso (y en otros) me parecería una falta de respeto hacia mis
compañeros el hacerlo así. Además ya hay en la pared un montón de vía con
seguros mas cerca y la variedad es la riqueza de los lugares. Reequipar una vía
por la que no me voy a poder subir no me convence lo mas mínimo. Por otro lado
será un largo verano en casa, por problemas con el pie, tendré tiempo y tampoco
son tantos seguros.
Al final me
decido y voy una mañana pronto para aprovechar lo máximo posible la sombra.
Todo queda
perfectamente reequipado con inoxidables y parabolts largos, salvo el seguro añadido
y la R3, que ya eran de 10 mm.
Llega septiembre
y vamos a repetirla junto a Sandra y Sidarta. Sidi se trabaja tranquilamente
los dos largos superiores, relajado y sin muchos problemas, que bien.
Para no ir
cargados de friends que utilizaremos únicamente en el primer largo, entramos
por el proyecto que nos lleva directos al L2 de Skubidu. Aquí se necesita
únicamente un camalot rojo y queda una vía muy homogénea en cuanto a
dificultad…. que no en cuanto a seguros fijos. L1: 6a, L2: 6a, L3 6a y V+, L4:
6b. Con el doble de seguros hasta llegar al L3, aquí de repente iniciamos un
viaje al pasado.