Bajamos a pie y
cambiamos a la pared de los Miradores. Esta impresiona por su verticalidad,
desplome y su dominante color anaranjado que le transfiere gran espectacularidad,
a pesar de su corta longitud.
Lo más
característico son las fisuras, alineadas una junto a otra, de gran calidad y
dificultad. Siempre me ha impresionado, hasta que hoy ha sido el día elegido y
perfecto para estrenarnos. Tanto Quique como yo haremos nuestra primera vía.
La mas fácil,
que ya tiene su que.
Comenzaremos en
busca de una chimenea, que después se convierte en fisura ancha, impresionante
desde la primera reunión. Las partes superiores se tornan bastante desplomadas
y de aspecto poco amigable, incluso se adivinan zonas muy descompuestas. Así que
el recorrido, muy acertadamente comienza su vagar sin rumbo fijo en diagonal
hacia la derecha, en busca de terrenos más afables.
En un momento
dado la lío yendo a una chapa que no tocaba y Quique tiene que encargarse de
desfacer el entuerto, con un pequeño rápel y diversas maniobras pendulares.
Cosas de la vida.
Finalmente sale
directo a la cima de la pared por un último largo muy atlético.
Muy buena opción
para conocer la pared.
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