Es lo que tiene el coleccionismo. Si una pared te hace gracia y las vías están a tu nivel, hay que hacerlas todas.
Regresamos a la lejana Roca Alta, que además ya va bien porque pilla de camino para volver hacia casita.
El diedro de l’Erik es un corto itinerario situado en el extremo derecho de la pared. Recorre un diedro marcadísimo y con buena pinta desde lejos. Tras un primer tramo en placa interesante, nos metemos dentro del diedro, lástima que la primera parte tiene musgo, tierra y plantas.
El tercer largo tampoco acaba de convencer, a pesar de su estética innegable, la roca no es todo lo buena que podría serlo.
Un enorme bloque por el que pasas con todo el sigilo que la situación lo permite da cierto mal rollo. En caso de que cayese, aquí no queda ni el apuntador.
Rapelamos y rápidamente estamos en el suelo y preparados para una nueva aventurilla.
Con Almudena.
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