El día que van a
terminar la Barrufets, Remi y yo no lo tomamos como de reposo activo y vamos a
subir una de las piedras que habíamos visto dando una vueltecilla con el coche.
Subimos por la evidentísima y estética arista. Resulta una ascensión muy fácil
y atractiva. De paso nos servirá como vía de bajada si abrimos otra en la, más
seria, pared de su izquierda.
Una vez abajo,
preguntamos en la casa situada justo debajo por el nombre del peñasco. Nada, no
tiene ningún nombre.
Como es roca por
todos lados y, aparentemente no hay más itinerarios, suponemos que es la
primera ascensión y decidimos ponerle nosotros uno.
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