En un viaje al
pueblo, Marta nos comenta la existencia de una buena piedra muy cerca de la
pista y con una pinta fantástica para abrir vías.
Nos lo pinta tan
bien que decidimos ir a darle un vistazo.
Nos seduce
rápidamente y, además la aproximación es mínima y muy cómoda, así que decidimos
darle una oportunidad. Esta si que nos han comentado que cuenta ya con un par
de vías abiertas.
Así a ojo le
damos unos 300 metros.
Este primer día
vamos muy tranquilamente, tarde, a ver lo que hay y abrir lo que se pueda.
La roca es
diferente, con mas formas (mas tarde Mija y Dani abrirán otra con presas mas
grandes aún) que nos permiten subir por lugares un poco más verticales que en
Pedra Riscada.
Abrimos tres
largos muy buenos y fijamos dos de ellos, puesto que todas las cuerdas
auxiliares están en la Pedra.
A la siguiente
jornada convencemos a Marta y Mija para que hagan los dos primeros largos y
mientras nosotros jumareamos, aprovechar para sacar algunas fotos.
Después ellos
rapelan y marchan en busca de otro objetivo en la Pedrinha y a la sombra, que
vistas las altas temperaturas de estos días, es lo más sensato.
Nosotros
continuamos hacia arriba. Al final los 300 metros se convierten en 500 pero
cada vez mas fáciles puesto que tras los primeros largos pierde verticalidad
considerablemente. Bonita cima a la que no podemos llegar por la selva final y
nueva tanda de rápeles.
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