A la una de la madrugada se levanta todo el grupo…menos yo.
Van a la cima del Teide para ver el amanecer desde el punto mas alto de la isla. Yo arrastro un esguince mal curado, cojoperdío, y prefiero no forzar tanto.
Quedo con Javier para probar las famosas fisuras de Tabares pero amanece lloviendo. El tiene poco rato pero me dice que en el Teide hará sol, así que me pongo en contacto con los componentes de la parte montañera y quedo con ellos arriba para hacer algo de deportiva en la Cañada del Capricho.
Magnífico lugar del que tengo un excelente recuerdo de ni anterior viaje.
Algo hacemos, al menos para matar un poco el ansia. Aunque la mayoría del equipo se retira a reposar, yo hubiera hecho lo mismo, aún resisten Susana, Xavi y Miguel Ángel.
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