Irremediablemente nos atraen los itinerarios interesantes en picos de 3.000 metros, siempre es un plus añadido. Lo mismo ocurre con las grandes losas calcáreas de los Pirineos: Gourette, Peña Blanca de Lalarri, Forcanada…
Personalmente, esta no la conocía hasta ver la reseña, así que rápidamente me interesé. Pero…si las aproximaciones en lo Pirineos suelen ser largas y fatigosas, el Montferrat es de las que se lleva la palma. En un primer momento la desestimé, pero algo en mi interior guardó el recuerdo y la reseña volvió a aparecer varias veces como de refilón, si querer la vas absorbiendo.
Es como los supuestos anuncios de los fotogramas de Cocacola ocultos en las películas para en cuanto salías del cine sentir unas ganas irrefrenables de ir en busca de tu Cocacola. Necesitaba ir en busca de mi niño parabolt. Pasó a la lista de pendientes, además me interesaba por otro par de motivos de peso, posiblemente aparezca en dos libros (medio y largo plazo).
Solo había que encontrar el momento y la persona.
El momento se dio en un impas de semana de descanso por lesión en el codo y dos días antes de tener cita con el médico, justo se abría una ventana anticiclónica.
La persona estaba clara: Lorenzo no falla en estos alejados menesteres.
La primera tarde aproximamos a la segunda cabaña del valle del Ara para dormir allí. Llego bastante perjudicado, tras tres horas de interminable GR y siempre bien cargaditos.
A pesar de haber reducido el peso al mínimo: una sola cuerda de 8,4…., 8 cintas y un semáforo de aliens, aquello pesa. Será el pedazo de tortillón y las cervezas que me he dado el lujo de subir?
El recibimiento es espectacular: una familia de cabras hispánicas y un montón de simpáticas marmotas nos rodean. Siempre manteniendo la distancia, aunque tan corta que nos permiten fotografiarlas con todo lujo de detalles.
Al siguiente día salimos, aún de noche y con los frontales. Lorenzo controló el día anterior el inicio del poco marcado camino. Pero a la luz del frontal, todos los gatos son pardos y la liamos al comenzar. A los 4 minutos de salir de la cabaña ya he metido el pie totalmente en el agua, para variar.
Aún así, al final damos con los hitos y conseguimos, mas o menos, ir siguiéndolos.
Otras tres buenas horas de ardua subida y 1.000 metricos de desnivel nos dejan en la base de la Marmolera, nombre con el que se conoce a esta extensa losa resplandeciente. El antiguo pequeño glacial de la base agoniza a estas alturas del año y no son mas que dos cachos de hielo que pasamos por el medio y sin apenas tocarlos.
Damos unas cuantas vueltas hasta encontrar las dos chapas que marcan la R0. A partir de aquí, salvo el largo tres que la rese marca por la izq y es por la dere, bastante bien.
La vía me ha gustado, aunque es muuuuy fácil, sinuosamente va buscando las debilidades. Tampoco esperéis una maravilla, pero está bien. Algo a achacarle: mezcla de chapa inox con parabolt de hierro, chapas demasiado separadas en las reuniones (malo para rapelar) e itinerario demasiado rebuscado en busca de lo fácil. Personalmente hubiera trazado una línea recta por todas las placas. Si usas friends, con el mismo número de chapas ya haces, de esta forma la dificultad no hubiera excedido el quinto grado y la calidad de la ruta aumentaría sensiblemente… pero como yo no la he abierto, queda una buena opción de cuarto grado.
El momento de llegar a la cima es realmente sublime y compensa sobradamente todas las penalidades anteriores. La repentina visión del moribundo Glaciar de Ossoue y todas las cimas del Vignemale a tiro de piedra y perfectamente iluminadas serán un recuerdo imborrable en la carrerea de todo Pirineista.
Hace poco leí el libro de Rusell, escrito por Alberto Martínez Embid. De repente tener justo ante mi las tres cuevas mas representativas de cuantas mandó excavar en la roca para pasar largas temporadas, fue muy emocionante. Por otro lado ver lo que realmente a descendido el glaciar, tomando las cuevas como referencia es un poco deprimente.
Ahora viene cuando lo matan: la bajada. Primero la cresta que nos lleva al Pico Central. Fácil pero con cuidado que hay patio. Rápidamente llegamos al Collado de Lady Lister y al Corredor del Príncipe de Moskova…. Nombres que nos sugieren cuentos de hadas pero que reflejan una época en que ciertos lugares del Pirineo eran el epicentro vacacional de la jet set Europea, lo que sería Marbella o Ibiza hoy en día. Pero en vez de discotheques, algunos se entretenían en subir montañas, incluso de forma competitiva.
El corredor es toda una muestra de la obra detrítica y desenganchada que estas montañas nos pueden ofrecer. A tratar con cuidado, a pesar de la buena traza que vamos encontrando. Finalmente retomamos el camino de subida.
Yo casi hubiera pasado otra noche en la cabaña, pero Lorenzo Gacela tiene asuntos que le reclaman en Huesca y continuamos hacia Bujaruelo. Otra de mis brillantes ideas ha sido la de estrenar unas botitas aquí, para ir d ándolas, y tanto que las dí. Los dedos del pie izquierdo esparadrapeados y especialmente doloridos, hacen de la bajada un verdadero suplicio. El último tramo ya es un mero ejercicio de supervivencia, caminando como the walking dead hasta llegar al coche y dar fin, por fin a tamaña agonía. Ha sido un pequeño descenso de unos 2.000 meros de desnivel.
Mi compañero reconoce que hoy si que se ha cansado….. Yo creo que solo un poco y que casi lo dice por compasión al ver mi lamentable estado.
A valido la pena.
Je, je, muy buena crónica, te superas Luichy!
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