lunes, 9 de diciembre de 2019

BLACK TOWER - BLACK MAGIC












 
Sobre el papel parece fácil pero ya veremos, no hay que fiarse nunca. Lo que sabemos del cierto es que es de las recomendables.
De nuevo vamos los tres, esta vez partiremos la vía como si de un pastel se tratase.
Ernesto nos advierte que el otro día hizo una excursión por allí y le salieron unos peros con intenciones que no estaban muy claras. El caso es que intentó auyentarles con tierra y piedras, aunque le costó bastante que al final se marchasen por donde habían venido.
Ya íbamos vigilando que no volvieran a salir…y de pronto aparecen dos animales enloquecidos y ladrando tras nosotros. Justo aquí no hay ni una piedra; tierra toda la que queramos, así que cogemos montones de ella y se la tiramos procurando darles en la cara. Pero son muy rápidos los condenaos, nos rodean y cada vez se acercan mas.
De golpe les veo un brillo infantil en los ojos y la cola que se mueve como si fuera un molino de viento. Habrá que hacer la prueba. “quiet aquí, tomba”. Saca la lengua rápidamente y se tumba panza arriba. Ya somos amigos, solo querían jugar.
Nos acompañan a pie de vía y se están un rato aprovechando la sombrita de la pared hasta que se cansan.
El itinerario es muy bueno, prácticamente todo fisurado salvo la placa del L2, de navegar entre agujeros. Recorrido estético y agradable que no nos exige utilizar mucha fuerza pero si maña.
Divertida y sencilla ascensión, que será la más tranquila de todas las escalada en el Rum.
Según una guía de selección que llevamos, tras dos largos fáciles se llega a la cima de la torre. Nos quitamos el material y subimos esos dos largos sin cuerda, realmente el terreno es muy sencillo y si cayeses quedarías en una repisa.
Total, un poco mas arriba nos encontramos en unas repisas coronadas por grandes desplomes, por allí es imposible subir de manera fácil. No hay cima, algo falla en la descripción.
Destrepamos de nuevo hasta la R7 e iniciamos los rápeles. Ya casi abajo, un destrepe final te pone las pilas y los nervios de punta. Es lo típico de aquí, no hay ni una bajada normal. Bueno, alguna debe haber pero no hemos ido.
Llegando al pueblo nos despedimos de nuestros amigos los perritos.



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