Daban días fríos
así que abandonamos un montseratino y sombrío plan inicial para decantarnos
hacia destinos más tórridos.
Perles parecía
un buen lugar.
Como siempre
cuesta escoger vías, y más ahora que van aumentando en número, pero vaya,
pillamos varias reseñas y a ver.
Quedo con
Alberto y después se suma también el Piedras.
La que si tengo
clara de hacer la Paraimara, que se veía bien atractiva y tenía buen recuerdo
de cuando hicimos la balena blanca.
En el
aparcamiento aparecen Albert y el Buitri que van justo a la misma vía, como si no
hubiese mas vías en el Alt Urgell…
Nos repartimos y
la comenzamos nosotros, ellos harán una de las nuevas.
El itinerario es
lógico con ganas y siempre recorre los diedros más evidentes, buenísimos y con
la característica roa excelente de la pared.
Mención especial
para el L2 por un gigantesco diedro en diagonal, puro canto. Y, sobre
todo, para el L4 por una increíble
bavaresa con buena presa y poco pie.
Rapelamos y a
por otra.
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