jueves, 3 de septiembre de 2015

PIQUE LONGUE - NORTE CLÁSICA

A las 5 de la mañana suena el despertador, aunque la verdad es que no he dormido mucho gracias a los nervios y a no quitarme de la cabeza lo que nos toca hoy. La impresionante cara norte del Vignemale, la pared más alta de los Pirineos, se extiende ante nuestras jetas. Ayer vimos una cordada con los prismáticos que a las ocho de la noche estaban aún en la Arista de Gaube (a las 9 ya es de noche). Alas cinco de la mañana llegaban de nuevo a sus tiendas. O sea que toda la noche pateando y buscando la ruta correcta. Uf, peor me lo pones. Nos encarrilamos hacia el glaciar, con los frontales y sin ver mas de lo que estos te permiten. Seguimos a otras lucecillas ante nosotros y llegamos al punto deseado. A mi esto del alpinismo no me gusta ni lo más mínimo, demasiada tensión, demasiada incertidumbre y demasiado hielo. El glaciar está duro como una piedra y Porta me hecha una mano providencial. Además no llevo ni piolet, por aligerar gramos. Llegamos a la temible (sobre todo por mi) rimaya. Unos franceses pasan nosecomo y unos Navarros se quedan antes y suben por una variante de entrada. Porta sale disparado hacia el inicio de la vía, haciendo ramonage entre la pared y el hielo. Se tensa la cuerda y me toca, copón, no lo paso muy bien, pero lo paso. Menos mal que el hielo hace tafonis y voy pillando agujeros que me ayudan en el ramonage. Eso si, sin guantes. Milagrosamente el pie de vía hace repisilla y es perfecto para prepararse y cambiarse sin dramas ni temor a que el glaciar se engulla tu juego de aliens y los gatos. Los primeros largos (posible en uno) son un poco dramáticos (para mi bastante), en frío, difíciles, expuestos y con mochila, buf. Después la cosa suaviza bastante, pero no regalan, si tenemos en cuenta dónde estamos y todo lo que nos queda por delante. Uno tras otro se suceden los más de veinte largos (largos) hasta completar los 1000 metros de vía. La tensión es constante (para mi) debido a lo sombrío, la roca rara, lo expo, el temor a otra noche del loro, las piedras que caen solas y las que tiran los de adelante. Poco a poco se van sucediendo lugares conocidos por todos y que aparecen en todas las reseñas y crónicas sobre la vía: la Veta de Ofita, la Arista Intermedia, los Esquistos y (por fin) la Arista de Gaube. A partir de los Esquistos ya comienzo a relajarme y disfrutar de la escalada y el lugar. En la Arista de Gaube ya me lo paso bomba con la cercanía de la cima, el correcto horario y el ambientazo que nos envuelve. La llegada a la cima es toda una fiesta y el cumplimiento de un sueño que acompaña a cualquier escalador que frecuente los Pirineos, una pequeña/gran cuenta pendiente, un pequeño/gran reto. La bajada era otro de los problemas que me planteaba y ya me había hecho mis monstruos particulares: un terrible glacial lleno de grietas insondables dispuestas a engullirte al menor descuido. Menos mal que llevaba al Porta de bergfürer glacial. Al final nada, super fácil y no usamos ni los crampones, puesto que de darle el sol estaba medio blando, menos un cachito al final pero que negociamos convenientemente. Las cuevas de Rusell, que tanta ilusión me hacía visitar, las descubrí demasiado tarde, demasiado a la izquierda y demasiado altas (el descenso del glacial las ha elevado excesivamente y no se llega). A las 6 de la tarde estamos en el pequeño y repleto refugio de Baysellance, dónde pasaremos la noche. Ha sido una jornada tensa pero inolvidable. Una última consideración sobre los grados: III, lo que se dice III no vimos casi ninguno. La cosa iría desde IV a V, con algún V+ en la entrada. Como detalle muy gracioso, en uno de los pretendidos IV de la parte media/sup había un clavo con un cordino largo a modo de pedal colgando… VVB.

2 comentarios:

  1. Es una gran clasica que es imprescendible, felicitats

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  2. Sueño cumplido.... rutón hecho. ¡Enhorabuena, maestro! Saludicos
    Soneman

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