Desde que ví la primera reseña de esta pared (Monsanto la muerte), ya me llamó la atención. Parecía mentira que aquella diminuta franja de tonos ocres y situada a tomar por saco, mereciera la pena. Encima la roca era arenisca, algo totalmente atrayente y exótico para nosotros, acostumbrados a otras rocas totalmente diferentes. Para colmo era de buena calidad. Pasaron los años y no encontraba el momento, los nuevos itinerarios se iban sucediendo uno tras otro y la cuenta de pendientes se engrosaba cada vez más.
El año pasado hice un primer intento, dormimos en la explanada-aparcamiento y una tremenda tormenta golpeo la pared, la furgo y los alrededores durante toda la noche. Evidentemente, por la mañana estaba empapada, por lo que cambiamos rápidamente de planes. Casi un año después, ahí estábamos de nuevo, tras escalar en la Peña Rueba, en el vivac-explanada bajo la ridícula franja.
Hecho el cuestón de acceso la pared se revela como bastante más larga de lo que parecía y muy tumbada den general. La escalada es una mezcla de adherencia, con algún paso puntual en el que te lo tienes que creer pero mucho, y fisuras perfectas y técnicas de empotres. Sumado a los bonitos colores y a unas buenas vistas: maravilloso.
Elegimos esta vía, entre las propuestas, a pito pito. Tras escalarla nos pareció una excelente elección, aunque no es de las fáciles ni mucho menos.
Punto y a parte el equipamiento, a base de parabolillos de 8 en esta roca, seguramente del todo inadecuados. Para el descenso, es muchísimo mejor rapelar por alguna de sus vecinas más modernas y mejor acondicionadas. Con Jorge y VVB, casi con toda probabilidad.
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