Tras dormir de nuevo bajo el Ponotx,
madrugamos y nos dirigimos hacia El Cabeçò d’Or. Por aquí dan peor tiempo y
además interesa acabar pronto porque es día de regreso y hay kilómetros por
delante.
Finalmente elegimos el Don de Volar, que
Ramón está empeñado en hacer. A mi no me convence mucho pero accedo. Debe estar
bien, cuando aparece recomendada en varios libros de selección de la zona.
Acabamos la vía y hago balance: no me ha
gustado nada de nada, pero ni lo más mínimo, salvo un tramo del L3. El L1 no
dice nada, el dos comienza bien sale en libre bastante, aunque sobre regletas
rompedoras. Luego ya en artifo sube como puedas. Si eso es 6c yo soy bombero
torero. El L4 igual que el 3.
Luego ya no está reequipada y sólo hay
dos buriles roñosos que mejor no te caigas, a reforzar con friends, pero un
poco así así.
Salida muy rebuscada en diagonal a la
izquierda con roca a vigilar y arista final.
Hay gustos para todo, a la gente normalmente
le mola esta vía, yo no vuelvo seguro seguro. Es una pena porque en el Cabeçó
estoy convencido de que hay vías de muy buena calidad pero hasta ahora no he
acertado. Bueno, me gustó mucho la Gene, pero tanto esta como la sombra del
sol, ni lo más mínimo.
Tal como lo veo, en general: una vía
cutre pero desequipada tiene su rollo, su encanto, su buscare la vida y salir
como puedas. Una vía cutre y equipada, no le veo el que.
Pues nada, solo espero en la siguiente
ocasión afinar mejor en mi elección, porque seguro que habrá otra vez.
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