Descubrir nuevos lugares y nuevas paredes siempre es un plan más seductor que acudir a los mismos de siempre, aunque a veces sale rana. Esta vez confiaba en que no sería así (rana, quiero decir).
Nos levantamos prontito y encaminamos el coche hacia Redován. Pagamos la novatada de la autopista, carísima por un tramo muy corto.
Nuestro objetivo se centra en la vía más larga del lugar, aunque hay ciertas dudas entre Botri 1 y Botri 2, situada justo al lado.
Tras un rato de intentar situar el recorrido y un par de incursiones erróneas (una de ellas justo en la dirección contraria). Acabamos de orientarnos de una maldita vez y situar correctamente la pared, la vía ya la encontraremos.
Llegamos a la base y otra cordada se dispone a escalar la Botri 2, está claro que iremos a la otra.
El inicio no ofrece ninguna duda, puesto que tiene su cartelito (como todas las de la zona).
Botri fue abierta en un solo y largo día de escalada y equipada posteriormente por sus aperturistas.
Nos ofrece una escalada realmente bonita sobre roca siempre de buena calidad, muy adherente y abrasiva. Intercalamos placas con algún paso finito y muros de presa generosa. Arriba comenzamos la deriva hacia la derecha y, con gran ambiente, llegamos a atravesar unos 70 metros hasta encontrar una salida sencilla y homogénea con el resto del itinerario.
Las 10 tiradas las dejamos en 6 largos largos. Lo único malo es que en la cima no hay gatitos.
El descenso a pie incluye un destrepe bastante expuesto y poco marcado. De echo nos extraña encontrar muy pocas fitas en esta bajada. Me sorprende que con la cantidad de chapas que hay en esta zona, no hayan destinado un par a equipar un pequeño rapel que evite un susto importante.
Llegamos a pie de vía y para abajo.
Nos ha parecido un bonito rincón que recuerda África del Norte y con una roca igual que la de Todra, palmeras incluidas.
Lástima que la cercanía de las poblaciones envía hacia arriba toda la contaminación acústica y aquello es una constante algarabía de pitos, ruidos de toda índole, músicas variadas y niños en el patio del colegio.
Merece la pena regresar.
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