Nuevo objetivo.
Esta vez nos juntamos los dos Edus y yo y encarrilamos hacia una pequeña pared
(que luego resulta no ser tan pequeña) situada justo ante el campamento. También
irán a la misma Santi y Anna.
Llegados a la
base nos lo miramos todos y nos repartimos dos líneas. Nosotros, creo que
cogemos la más evidente. El inicio del diedro está demasiado llena de hierba y
la roca es demasiado lisa, así que le hacemos una entrada por la izquierda que no
resulta mala del todo.
Poco a poco
vamos superando los diferentes diedros, que tampoco resultan del todo limpios
ni agradables.
Edu Sánchez, que
ya no estaba muy fino por problemas con la altitud, termina poniéndose peor y
aprovecha un inesperado escape andando para bajarse a dormir a la tienda.
Nosotros terminamos
la vía siguiendo la lógica que ofrece la línea recta. La verdad es que no está
mal del todo pero en general tampoco es ninguna maravilla. Como para haber venido
hasta aquí, en la otra punta del mundo no compensa lo más mínimo.
Tras este
pequeño desengaño vendrá una pequeña crisis de valores y de no saber si vale la
pena haber venido hasta aquí. Aunque los días futuros harán que cambie la
percepción de las cosas.
El nombre se lo
da Santi, que fue el primero en llegar arriba, por la curiosa forma del gendarme
final de la pared. Aquí unos salimos por su derecha y otros por su izquierda.
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