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Subimos la
primera cuesta y recuperamos nuestro material. Seguimos caminando hacia el fondo
del valle, en dirección a la Creu de Colomers. Como siempre, está más lejos de
lo previsto.
Mikel nos
recomienda varias vías, llevamos varias reseñas y una vez allí acabaremos de
decidirnos.
La primera
opción no terminamos de verla clara y encarrilamos hacia una de Brugarolas.
El inicio se ve
buenísimo, a ver si sigue así. Pues no, no sigue así. Salvo esos 15 metros y
otros 15 de la placa superior, el resto es bastante feucho, por zonas de piedra
suelta y terrenos indefinidos. Además se acaba muy rápido, es lo que da de si
la pared. Menos mal que el ambiente es magnífico y llegas a una buena cima.
Como hemos
acabado pronto, sugiero atravesar al valle contiguo, bajo el Tuc de Podu, y
dejar el material en un punto estratégico para el día siguiente, ya que el
pateo será aún más largo (3 h. De aproximación).
Así lo hacemos,
el cansancio se empieza a notar.
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