Tenemos la pared justo enfrente nuestro, algo más alto pero aquí al lado. Lástima del pequeño detalle del río. Este nos obliga a salvar un fuerte desnivel de bajada y después otro tanto de subida. Ida y vuelta, así un día tras otro, puesto que la mayoría de paredes se sitúan al lado contrario de la pista y el vivac.
Siguiendo las indicaciones de la guía más nueva nos dirigimos a dónde nos manda Thomas. Justo en la bajada encontramos un escalador que iba a los tochos y nos dice que por allí no, enviándonos a la aproximación que marcaba la guía vieja. Tontos de nosotros por hacerle caso, pringamos pero aquello bien. Al principio (llano) hay buen camino, pero en cuanto hay que bajar, este desaparece, remontar el río y subir por la otra vertiente ya nos confirma que hemos pringado y tardado como 1 hora más de lo previsto. Pa matarlo, vaya.
Menos mal que al llegar allí se nos quitan todos los males. Que bonito y que calidad de roca. Sorprendentemente encontramos otra cordada que también piensa hacer las mismas vías que nosotros, pero en el orden contrario.
Tras la Mains sous la lune, subimos por su vecina Danse. El carácter ya es de ir encontrando más chapillas y algunos clavos, pero también encontraremos tramos más difíciles y pasos puntuales y obligados, con algo más de mala baba. Otro muy buen itinerario VVB e ideal para completar con su vecina y amortizar el largo y fatigoso pateo.
Itinerario principalmente en placa con alguna fisurita ocasional. Rapelamos por la vía, para aprovechar el ferro.
Encontrarnos dos cordadas en este lugar creo que es un hecho excepcional y casual. Durante las 12 vías que escalamos esos días en Marialles únicamente coincidimos con otros escaladores aquí y otro día en el Petit Yosemite. Cada vez que oigo la palabreja de marras “masificación” es que no puedo evitar que una sonrisa de niño malo se dibuje en mi boca.
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