L'AGULLA DELS OSSOS

A partir de ahora voy a ir intercalando una serie de post sobre Montserrat, comenzando por Agulles. Lástima que para ilustrar cuente con poquísimas fotos, gracias a P. Forts por cederme unas cuantas de paredes si no aún quedarían más mancos.
Comienzo incluyendo un miniartículo que publiqué en Extrem y con l’Agulla dels Ossos. También iré poniendo reseñas de casi todas las vías que he hecho, a pesar de que muchas ya circulan por ahí, unas de manera oficial y otras no tanto. Comencemos pues:
La primera vez que fui a Agulles quedé totalmente maravillado por la cantidad de monolitos que se alzaban ante mis ojos. Coincidió también con mi primera visita a Montserrat. Había un cursillo de escalada y llegué tarde, menos mal que coincidí con unos amigos de Hospitalet y juntos fuimos hacia la zona de prácticas, andando desde el Bruc, como era costumbre.
Era totalmente incapaz de diferenciar una de la otra, las veía todas iguales. Y mucho menos de llegar, oculto en las canales, a las invisibles agujas. Con el tiempo llegué a distinguirlas con los ojos cerrados y se convirtió en mi zona favorita, lo más bello de Montserrat, semana si y semana también no faltábamos a la cita con la perla blanca y sus mil monolitos.
L’Agulla dels Ossos, desde luego no fue de las primeras que escalé, puesto que no posee ningún itinerario fácil. Situada bien arriba y semioculta para los fotógrafos, cuenta con una atractiva y gran pared este, característica por su gran desplome central.
-Montoya-Picazo: la vía Aresta Brucs recorre la marcada fisura situada un poco más a la derecha de la verdadera arista. Es muy extraño que durante tantos años pasara inadvertida una vía tan lógica y de dificultad moderada. Beicon y Antonio no dejaron pasar la ocasión y en un rápido ataque ascienden la inexplicable verdadera Brucs. Una vía bonita, con pocos seguros, pero en su sitio, repetida inmediatamente después de su apertura y sin mucho problema. Por aquel entonces estábamos muy hechos a la zona.
-Vía dels Avis: esta la tenía un poco mitificada, no por la vía en si, sino por los que la abrieron. Ya habíamos escalado varias de Vidal y solía haber cosas raras. No resultó tan rara como lo esperado, seguros lejos y un marroncillo en el cuarto largo.
-Tendinitis: un largo casi deportivo.
-Oriol Batallé: un pedazo de vía, abierta por los compañeros de Hospitalet y dedicada a otro amigo del mismo pueblo, que desapareció demasiado pronto. Muy difícil y expuesta, abierta en libre y colgándose de plomos para burilar, cada nosecuantos metros. Muy buena pero con algo de roca suelta, por no repetirse. La escalé con Antonio, yo toda de segundo, de acompañante.