Los primeros días siempre cuesta decidirse entre tantas posibilidades. También hay que adaptarlas a la climatología, las ganas, y los compañeros. Estas primeras incursiones las hicimos hacia los lugares que había estado mirando sobre fotos.
Hoy tocaba hacia los confines del desierto y ya muy cerca de la frontera con Arabia Saudí. De camino no paraba de ver posibilidades y anotarlas mentalmente, para que después pasasen a la libreta de pendientes.
Llegamos a la base y de golpe veo el itinerario, posible pero un poco demasiado complicada para las pretensiones de “una vía por día”. Se ve bastante trabajosa y de estar, al menos dos largas jornadas en el tajo. Rápidamente lo discutimos y pienso en varias opciones. Le pedimos a Atayek si podemos recular sobre nuestras roderas porque he visto una pared, de canino, con varias líneas de fisuras. OK.
Justo en el Jebel de al lado, y antes de llegar al pretendido, aparece de repente una estética línea que corta la pared en toda su altura.
Paraaaa. Ya tenemos plan.
Nos ponemos manos a la obra y ya vemos que estéticamente es perfecta pero que la roca no es lo que parecía. Alterna tramos de todo, eso si, encontramos toda variedad de medidas, desde fisura fina hasta chimenea, pasando por algún OW.
Poco sostenida, con repisas y tramos fáciles pero, finalmente nos gusta. También pensaba que podíamos tener problemas al rapelar pero no los tuvimos. También hay que decir que observamos concienzudamente dónde colocar las reuniones y que fuese a cortas distancias para evitar enganchones o empotramientos de la cuerda. Aún así, estando donde estamos, podría pasar.
El único punto que no me convenció es que llegamos hasta dónde desde abajo se adivinava que era el final de la pared y realmente no era así. Aún quedaban un largo y medio para llega arriba, aparentemente no difíciles, pero el margen de tiempo era demasiado justo. Primero por que habíamos quedado con Atayek, segundo porque no teníamos luz suficiente y tercero porque debíamos prever cierto margen horario por si se enganchaban las cuerdas en el descenso.
Allí quedó pendiente el tramo que permitiría superar la barrera de los 200 metros.
Si alguien se decide a repetirla sería perfecto que la acabase, por mi parte no iré a hacerlo.
El nombre lo daba la propia línea, que rallada de forma natural a todo lo largo de la pared.
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