Ese día daban nubes y viento, además acusábamos un ligero cansancio.
Buscaríamos un objetivo corto y resguardado.
Recordé, entre las posibilidades anotadas en el último viaje, un bonito y corto diedro de uno o dos largos. Planteé la abrir el diedro y después otra en la placa contigua y plena de agujeros. Al final el diedro tenía 4 largos y ya tuvimos suficiente.
Un primer largo trabajoso pero mas sencillo de escalar en libre de lo que aparentaba desde abajo, nos daba la entrada a la zona mas amable. El recorrido es buenísimo, por un diedro de esos que ya no quedan por aquí y que justifican viajar hasta el desierto. Por supuesto el plato fuerte es el ambiente que nos rodea, pero todo cuenta.
En la parte alta Miguel se aventura en la placa de la izquierda para evitar zonas ciegas y desplomadas, resultando una bonita escalada con regletas, que le da el toque de variedad.
El nombre está dedicado a una mediática amiga…
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