Situaremos estas
paredes en la entrada derecha del Valle de Salenques y a modo de guardianes que
custodian la entrada a dicho valle.
Se trata de dos
grandes rocas, a la que les sigue toda una larga hilera granítica paralela al
río, y muy visibles desde la N-230 muy cerca del Túnel de Vielha, de forma que
cada vez que pasas por allí no puedes evitar dedicarles una breve mirada de
complicidad, como recordando los momentos vividos.
Hace ahora
alrededor de 20 años que ascendimos las 10 vías que recorren ambas paredes,
pero durante los últimos nos hemos dedicado a repetirlas y hacerles algún
arreglo.
El motor
impulsor ha sido, indudablemente, la publicación de la próxima guía, dónde
aparecerá toda la información necesaria.
Tras días y días
de pasar por debajo y mirármelo una y mil veces, un día decido subir a darle un
vistazo a la pared de abajo. La impresión que me deja es buena y de que vale la
pena intentar hacer algo aquí. Por fin me decido a darle una oportunidad y en
la primavera de 1.994 engaño a Dani y subimos para abrir el motivo más evidente
de la pared. Un magnífico diedro en el centro nos marcará la l ínea a seguir.
Un primer largo
ya nos avisa de lo que, ocasionalmente, podemos encontrarnos: tramos totalmente
cubiertos de musgo. Tan cubiertos que no hay roca y hay que sacar un poco para
colocar las chapas. Menos mal que son pocos, pero este primer largo tiene uno,
y de los peores. No sale en libre, por la imposibilidad de agarrarse a nada,
volveremos.
Después la cosa
mejora y llegamos a la base del diedro. La verdad es que es de una calidad
exquisita y solo por el ya merece la
pena venir hasta aquí. Sale todo el sin colocar ni una sola chapa y con una
dificultad homogénea en el 6a.
El tercer largo
nos ofrece una escalada mucho mejor de lo que parece desde abajo, con un paso
espectacular para coger el filo del espolón.
Como no tenemos
ni idea de cómo se bajará a pie, hacia la derecha pinta bien pero… Rapelamos
por la misma vía. De hecho en todas haremos lo mismo, de esta forma escalamos
más ligeros y bajamos rápidamente para encadenar otro itinerario.
Durante unos
años queda sin nombre y al final se la dedicamos a Antón Fontdevila (Feroç).
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