Cuadramos unos
días con Josep María para dirigirnos allá dónde den mejor tiempo. Vamos hacia
el Pirineo Occidental pero el cielo no está muy fino, así que nos quedamos
primero en Peña Rueba.
Para librarnos
un poco de las calores que azotan la Olla de Huesca en verano elegimos este
itinerario. Comenzando un poco tarde lo haces todo en la sombra, gracias
también al Espolón del Gállego que nos protege del astro rey.
Inicio liándome
en un proyecto situado más a la derecha de la vía (y mira que lo marca la
reseña) pero me lío.
Cuando llego a
la reunión me doy cuenta del error. Bajo y enmiendo. Esta vez si, encarrilamos
a todo gas hacia la mismísima cima.
La vía me parece
bastante buena, con buen ambiente y bonita escalada sobre una roca mucho mejor
de lo que aparenta. Gran placa de colorines variados, totalmente equipada con
las chapas muy cercanas la una a la otra, como viene siendo habitual por la
zona.
Para no pasar
más calor de la cuenta, contamos con bajar rapelando, así que dejo en la base
la mochila y las bambas. Josep María sube las suyas (sabia decisión).
Total que
llegamos arriba y rapelar esta última tirada no nos convence ni lo más mínimo.
Tras darle un par de vueltas decidimos bajar andando. Me pongo los gatos a
retalón y me hago a la idea de la agónica bajada. Para rematar la faena, una vez
abajo tengo que volver a subir al pie de la vía a por la mochila y las
zapatillas. Ya no viene de ahí.
Día completo y
los pies a caldo.
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