El siguiente objetivo era la Opaca y la idea inicial para llegar a ella era rapelar desde la feixa de encima y justo delante de la aguja. Sidi montó aquí un descenso que mediante un rapel de 60 m (sabina) llegas rápidamente a la base de la pared y que va muy bien para enlazar itinerarios de esta zona.
El caso es que llegados al pequeño collado dónde acaba el Petit Diedre me doy cuenta de que es el mismo punto dónde termina la Opaca y, mirando la reseña, vemos que hay árboles y que con un poco de suerte no pasa casi nada y podemos rapelar la misma vía sin movernos ni un metro.
Nos arriesgamos y comenzamos a descender la canal hasta el último árbol.
En tres rápeles estamos en el suelo, perfecto. Ha sido como un descenso de barrancos seco. Una inmersión en un mundo semi-subterráneo, irreal e irrepetible. Bien.
La vía la enlazamos en dos largos de escalada increíble, mezclada con tramos a pie por pedreras inestables. Una sucesión de chimeneas amplias, canales, bloques empotrados ciclópeos y agujeros nos depositan de nuevo en el collado del Petit Diedre. Roca de muy buena calidad y recorrido original, exótico y con ambiente chill out.
No hemos utilizado el frontal ni nada de material, salvo una chapa recuperable y las cintas exprés.
Combinación perfecta y absolutamente recomendable para espíritus inquietos.
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