EL TURBÓN - ERIZÓN WALL

Me despierto cansado y con los pies aún inflamados del calor y la larga bajada del día anterior.

Aún me parece notar el pinchazo de los erizones. Primero los esquivas , después a medias y, al final, hasta te acaba gustando, ese pinchacillo entre suave y punzante que  estimula la circulación. Les coges el punto y pasas directamente sobre ellos. Los erizones, pueblan la pared (si se le puede llamar así), por millares. Hace dos meses era un tapiz verde que poblaba la roca parcialmente. Antesdeayer estaban florecidos, formando un conjunto verde-amarillo de gran belleza.

Hace dos meses llamo a Josep para ir a una vieja cuenta pendiente (como tantas) que le había propuesto hacía tiempo: darle un tiento a una gran pared tumbada y sin ningún itinerario, la cara suroeste del Turbón. Una especie de sur de Roca Narieda, con bastante matojo (a evitar) y entre medio tramos de roca excelente y bien tumbados. Coincidimos y vamos. La roca resulta ser una verdadera maravilla: perfectamente adherente y plagada de canalizos, agujeros y algunas fisuras perfectas. Eso si, tumbona total, por lo tanto grado fácil y escalada disfrutona en un ambiente genial y estimulante; tanto por su belleza, como por las extensas vistas que tenemos durante toda la ascensión.

Ese primer día abrimos hasta la R9 y rapelamos dejando mosquetones en las R, material y fijando cuerdas en los largos sobre la feixa de escape, para ir más rápidos al día siguiente.

La previsión era buena, pero esa noche la cambiaron, los muy bellacos. Probamos suerte, pero en el aparcamiento (a las 8 de la mañana) ya vemos algunas cortinas de agua cerca. Decidimos (sabiamente) subir con lo justo para retirar los friends dejados, el material de pie de vía y desfijar las dos cuerdas. Ese día acabaremos haciendo una vieta en el Ampriu y deleitándonos con unos nachos en el Tex-mex de Benasque. Por la tarde llueve a saco, bien.

Cuesta encontrar el día idóneo, pero se encuentra. Madrugón a las 5 de la mañana y espléndida jornada muy calurosa. Acabamos la vía, disfrutándola, fácil pero buena. La brizna de viento y la altitud, aún nos dejan escalar con un mínimo de comodidad. La última subida hasta la cima, bien. La bajada y las vistas, preciosas. Pero en este último tramo, ya sin viento, la calor infla los pies sin piedad y se convierte en un mini calvario. Buena excusa para inflarse a comer y beber, como siempre.