Ferrán me envía este sugerente itinerario, con muy buena pinta, dificultades homogéneas en sexto grado (extraño en esta vertiente del Narieda, dónde las vías son de artificial o se disparan los números) y lo que es más importante, a la sombrita…
Hoy en el coche llevaba puesto a un jipi que ha envejecido con una dignidad absoluta, una voz espeluznante y carajillera que encarrila los sonidos por dónde le da la gana y que, sin músicos, ya llenaría el escenario. Un pequeño homenaje al abuelo de la voz ronca y las melodías que escucharías durante horas seguidas sin cansarte: Van Morrison.
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