sábado, 8 de agosto de 2015

TUCA DEL SANTET - ZASCA

A ciegas. Totalmente a ciegas comenzamos ese día yendo a un lugar totalmente desconocido (aunque sea al ladito mismo de casa) y en el que no me había fijado en la vida. ¿Será por algo? Quedo con Miquel y César. Cita a ciegas, no por ellos si no por el lugar. Miquel nos conduce a una pared que ha ido a ver, cerca de la boca sur del Túnel de Vielha, para abrir una nueva vía. Se trata de pequeño valle secundario situado entre los de Salenques y Molieres. Cuidado que hay dos, es el de la derecha. Lugar salvaje, sin camino alguno y sin interés aparente para nadie, puesto que no tiene ni un maldito hilillo de agua. En la parte izquierda se adivinan unas paredes, visibles desde la salida del túnel y que parecen interesantes. Según Miquel 250 m. Me extraña, porque nunca me había fijado, pero me dejo engañar. Tras el cuestón de rigor y en casi 2 h nos plantamos en pie de vía. Situados bajo el espolón más llamativo, trazamos una línea imaginaria con los ojos. No le veo los 250 m ni de lejos pero habrá que probar. Como siempre es más difícil de lo que parece. Me habían prometido que sería todo fisura fácil y que no hacían falta ni chapas. Por siaca, pillo algunas. Menos ml, porque la mayoría de las fisuras, en realidad, son rallas ciegas y predomina la escalada den placa. La orientación es norte y en estos días tan calurosos, estamos bastante fresquitos. Nos sale un itinerario estético y aéreo aunque… Al ser cara norte, la roca está cubierta de unos molestos musgos que hacen la progresión un poco tensa por lo resbaladiza. Se acaban las chapas y Miquel finaliza los dos últimos largos de forma más natural, aunque con algún tramo expo, si no clavamos. El 6b/b+ es a confirmar. La valoración final es un poco desigual, hay quien opta por darle 2 estrellas (no está mal, merece repetirse), yo me decanto claramente por sólo 1 (para coleccionistas). Teniendo en cuenta que la roca es de buena calidad y que el lugar es diferente y salvaje, seguro que habrá quien le guste. Ahí está, que los repetidores (si es que hay alguno), decidan. En la aproximación hay bastantes hitos colocados y, a veces, restos de algún antiguo camino. Si se frecuenta, se marcará un sendero con relativa rapidez, el terreno es bastante despejado. Lo malo: en el L2 se me mete una mota de musgo en el ojo, va rascando y pinchando cada vez más, hasta que se convierte en una asquerosa sensación casi insoportable. El último largo lo hago a tientas y casi sin ver. Que guai, aún queda la bajada. Ya les digo que se lo tomen con calma que necesitaré mi tiempo. Alguien sugiere de llamar al helicóptero, pero como aún tenemos horas de luz, descarto totalmente esa posibilidad, creo que podré. Las paso bastante canutas y me caigo nosecuantas veces. Por curiosidad, probad un día de bajar por una pedrera con un solo ojo, pierdes toda perspectiva de la inclinación real del terreno y de las distancias. Tranqui, tranqui. Maldigo varias veces para desahogarme y, finalmente, tras un par de horas de agonía, llegamos al coche. En Vielha harán el resto, patapalo durante 24 horas. Y a ciegas, casi totalmente a ciegas terminamos el día con un ojo tapado. Soy un pupas. Lo mejor: la compañía. El nombre está dedicado a la perrita de César, recién salida de una trifulca canina con un perrazo mucho más grande y dónde se llevó la peor parte.

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