Un acto típico de por aquí es, bien cuando llega Sant Joan, bien cuando se inician las fiestas del pueblo, subirse los mozos y mozas a una montaña cercana a la localidad en cuestión, cargados con el tremendo palitroque, agua o vino (según como), bocata o costelles de xai (según como). Cenita arriba y cuando se ha hecho la oscuridad total, prender foc al faro y para abajo, esta vez con el palitroque ardiendo. Tiene su gracia, porque no se debe romper la fila, no te debe quemar demasiado la falla (para no llegar abajo con un ridículo palito apagado, tampoco debe quemar demasiado lento (o apagarse por no haberla encendido correctamente), bajas todo el camino con el peso total del palitroque y llegas herniao. Otro aliciente es hacer el mayor ruído posible a base de cencerros, pitos o gritos. Cuando llegas a la población, a correr. En conjunto es una experiencia inolvidable y de repetir año tras año. Algunas de ellas tienen el aliciente de bajar por un buen cuestón de hierba y sin camino (Taüll), si además llueve llegas hecho una piltrafa de sudor y agua, amén de los culazos que te metes durante la bajada. Mola. Todo es bastante primitivo y tremendamente divertido.
Hace días que quería bajar de chollo, sin el palitroque, pero con la cámara. Me lo pasé casi igual de bien, aunque no es lo mismo, eso si, igual corrí mas, esquivando los tronchos ardiendo y buscando continuamente los encuadres (que estos no paran)
Hace días que quería bajar de chollo, sin el palitroque, pero con la cámara. Me lo pasé casi igual de bien, aunque no es lo mismo, eso si, igual corrí mas, esquivando los tronchos ardiendo y buscando continuamente los encuadres (que estos no paran)
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