El campamento estaba en un enclave privilegiado. Un enorme plateau separado de las poblaciones y a 30’ de las paredes. Teníamos agua pero también un viento excesivo los primeros días.
Aquellas dos noches fueron memorables, con las tiendas que querían salir volando en cualquier momento. Poco que envidiar a Patagonia, según alguno que había estado por allí. De día el frío era igualmente intenso.
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