Desde abajo, esta pared de esquisto ofrece una perspectiva que invita poco a la escalada. Tras un acto de fe y creencia en que las cosas serán mejor de lo que aparentan, nos metemos en el bosque en dirección a ella. Si tenemos suerte y buena intuición, no nos equivocaremos de pared (hay que centrarse bien y afinar el olfato). Una vez en la base descubriremos que ha valido la pena. Un magnífico muro de buena roca se alza ante nosotros, más largo y atractivo de lo que parecía desde la carretera y que pudiera recordar, de lejos, a Ordesa.
Aquí os dejo un buena propuesta, cerca de Luchon, de dos itinerarios uno fácil y otro difícil seleccionados de las pocas vías abiertas en este muro.
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