Caimarí contaba con el sector de Las Perxas, tremendamente desplomado y de grado bastante elevado, por lo que quedaba excluido de nuestros planes iniciales. De pura casualidad, un día pasamos por ahí con el coche y con una tarde libre. Frente a la cueva de las perxas. La carretera serpenteaba hacia arriba de la montaña, rozando un pequeño bastión rocoso con buena pinta. Paramos un momento y lo fuimos a ver. Casualmente había vías abiertas, la roca era buenísima, como en toda la isla, y nos quedamos un rato para aprovechar la tarde.
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