Esta es una de aquellas vías que abres, más porque te atraiga irremediablemente a sus abismos, porque alguien te propone acabar su proyecto. En este caso Pany y Endika habían abierto hasta un poco más allá de R2. Tras unos años de abandono, Pany me propone ir a acabarla y acepto de inmediato, ¿como podría negarme?.
En un día intenso, llegamos hasta la R5 de Anaconda. Este tramo común nunca me acabó de convencer, aunque fuera por el terreno más lógico creo que la vía pierde mucho. La Anaconda estaba condenada a ser cruzada por varios itinerarios, puesto que ocupa un extenso tramo de pared con muchas travesías que evitan las zonas más desplomadas.
Otra de las ideas que me rondó la cabeza durante años era, enderezar este tramo y equipar con más expansiones el resto de la vía para su ascenso en libre, pero el proyecto se fue quedando ahí y ahí se quedó.
Desde la R5 hicimos una pequeña travesía a la izquierda y un corto descuelgue a unos matojos, con el fin de disimular un pequeño zulo con clavos, mosquetones y spits para el siguiente ataque.
Pasaron los meses y no coincidíamos de ninguna manera, Pany me dijo que si buscaba a otra persona para acabarla, adelante. Xavi Cullell se prestó rápidamente y fuimos a terminarla. Fueron tres lagos con mucho patio, ambiente y variedad. A un primer artificial delicado (que en libre tampoco debía ser muy difícil), le siguió un espolón colgado en el vacío y con roca excelente. La última placa difícil, y prácticamente equipada, conducía a la feixa final.
La terminamos negra noche y sin frontal. No aprenderemos nunca. Una espléndida luna llena nos salvó de la noche del loro.
Al cabo de un tiempo la repetí con Porta, esta vez ví más claro que con un enderezamiento y añadiendo algún parabolillo por aquí y por allá, saldría un viote de bandera, pero quedó tal cual hasta nuestros días, una más que tampoco me acabó de convencer.
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